Artículo tomado de: Razón Pública
Artículo original: 2011: Las guerras de Álvaro Uribe
Francisco Santos es un hombre cuyo apellido lo ha llevado lejos, pertenece a la aristocracia criolla, esa capaz de hacer de un personaje tan idiota: columnista de un periódico, defensor de derechos humanos, vicepresidente de un país y director de un medio de comunicación, un hombrecito tan vil como estúpido, simple reflejo de la derecha que nos gobierna, tan vil pero no tan estúpida.
“Hay que aplicarle voltios a los estudiantes” decía airoso Pachito, enojado porque el país está en manos de otro derechista que no sigue su discurso airoso pero que en el fondo representa sus mismos intereses, pero el hombrecito parece no entender, siendo más un lío de faldas que de cabezas.
No le importó estar frente a una cámara, porque tampoco le importa estar frente a un micrófono todos los días y decir prácticamente lo que se le viene a la cabeza, con la gallardía de existir y luego pensar dio su discurso, empeñado en recordar que los sindicatos son guerrillas, las marchas son delitos y los estudiantes terroristas, su opinión no tan lejana de la derecha colombiana, ni la de EL TIEMPO u otros medios para los cuales las marchas no se justifican y nunca se justificaran, o el mismo Juan Manuel Santos a quien venía dirigida la verborrea, que a través del monitoreo de medios del Ministerio de Educación, solo atinó a decir que a Francisco Santos no le gustaban las marchas, porque lo de los voltios a los estudiantes hay que pensarlo.
Así el pequeño hombre se descachó y mostró su lado sincero y solidario, lado respaldado por la derecha, las fuerzas militares y los medios de comunicación que al ver que las marchas son pacíficas recurren a criminalizarla de cualquier forma y nada mejor que con la única represión del estado: los voltios, ni más ni menos.
Melancólico el pequeño hombrecito empezó a sentir las miles de quejas que no solo llegaban como comentarios a la página de videos, si no a las redes sociales y al medio de comunicación que dirige, así que de nuevo no le importó estar frente a una cámara y decir que lo sentía y que se había equivocado, a pesar de que su lema en la radio es no quedarse callado y decir lo que se le dé la gana, duélale a quién le duela.
Lagrimeando, un poco despistado, levantando los hombros y agachando la cabeza, pachito decía que no se debía criminalizar a los estudiantes y las marchas y se despedía impaciente casi con la misma cara de Juan Manuel Corzo otro que actuó en buena fe.
Pachito el mismo hombre que se reunió dos veces con Mancuso, a quien le propuso el bloque capital en Bogotá parecía no querer olvidar ese pasaje y querer comandar aquel bloque en la capital y Soacha, como un buen Santos.
Cariñosamente se le dice pachito a un hombre que igual de bajito que el ex presidente demuestra que la derecha arriera, paisa y traqueta no se diferencia de la cachaca, y así con solo ‘pedir’, no ofrecer disculpas se despide, mientras su apellido le sigue manteniendo su puesto en la Radio, cuyo dueño es Ardila Lulle, quien intercambió los favores que le hizo el gobierno anterior con el comandante Pachito.
Y Aunque se sigue criminalizando a los estudiantes y las marchas, son los estudiantes quienes le darán ‘voltios’ a éste país para que despierte.
Artículo Original: La «Mano Negra», terrorismo de derecha
Artículo Original: Política, Mano Negra, Guerra Sucia